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Arrecife mesoamericano, el muro rompe huracanes del Caribe

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La Laprensa

Ciudad de México, MéxicoEl arrecife mesoamericano, un ecosistema con distintos hábitats que incluye una plataforma continental, una pared de roca calcárea y una laguna arrecifal que llega hasta la costa, se prolonga a lo largo de unos 1,000 kilómetros solo superado por el australiano.

AfectadoUno de los principales peligros a los que se enfrenta el coral del arrecife es el ‘blanqueamiento’.

En esta barrera natural, que nace en Cabo Catoche (punta sureste mexicana) y recorre la costa caribeña de México, Belice, Guatemala y Honduras, viven más de 500 especies marinas como el tiburón ballena y el manatí, y más de 60 especies de corales, con millones de años de antigüedad y que conviven en simbiosis con algas.

Esto lo convierte en un ecosistema muy rico, que además sostiene la economía turística de los cuatro países y es clave para todo el sistema pesquero, ya que miles de pescadores dependen de las poblaciones de mero, pargo, caracol marino y langosta como medio de vida, según la ONG The Natural Conservancy.

Sus mayores amenazas son el cambio climático, la contaminación del agua y la sobrepescaMuroEl tercer beneficio que aporta, “que tal vez está olvidado”, es la protección, pues el arrecife es “un muro, es un dique que evita que las grandes olas de las tormentas lleguen hasta la costa.

Las rompe, las disminuye”, explica a Efe uno de sus miembros, Fernando Secaira, especialista marino en el arrecife mesoamericano.

“Obviamente siempre pasan las olas, pero de 10, 12 metros que veíamos en el huracán Wilma (considerado en 2005 el peor en la historia de México), en el caso de Puerto Morelos, las redujo a dos metros de altura”, comenta este arquitecto guatemalteco, que señala que hay estudios en México, Filipinas, India e Indonesia que lo demuestran.

El biólogo Olmo Torres-Talamante, socio fundador de la organización Razonatura, confirma esta protección al contar que, tras las mediciones que se realizaron con motivo de un huracán en 2007 en México, se observó que la energía del oleaje fuera del arrecife se asemejaba a siete bombas atómicas, frente a 0.

2 dentro.

La importancia de esta defensa ante los desastres naturales queda clara con el dato de los 18 huracanes en los últimos 15 años, según Secaira, que ha sufrido esta zona del arrecife mesoamericano.

AmenazadoSin embargo, este ecosistema que protege las costas se encuentra desprotegido sobre todo ante el cambio climático en los últimos 20 años y la contaminación del agua, producida por las ciudades, viviendas, hoteles y el fertilizante utilizado en jardines.

Además, se ve afectado por la sedimentación de ríos que llevan agua contaminada de las plantaciones agrícolas; la sobrepesca, contrarrestada por una captura sostenible por parte de los pescadores de Sian Ka’an, una Reserva de la Biosfera en el sureste de México; el daño puntual de la actividad turística y los virus.

Una reducción del 45 al 15 % de coral vivo en la Riviera Maya, la menor cantidad de algas y una población de peces que “ha caído muchísimo en los últimos años”, reflejan parte del daño provocado a este arrecife, cuyo 40 % se encuentra en México y del cual una tercera parte embellece las costas de Sian Ka’an.

Aporta a estos países beneficios en el turismo, la pesca y la protección a sus costas.

“Le vamos a ayudar”“Y como hay lugares donde se ha dañado demasiado el arrecife y no hay forma de que se recupere solito, pues le vamos a ayudar”, cuenta Secaira sobre el primer proyecto en México que busca restaurar áreas de arrecife por medio del trasplante de colonias de coral crecidas en viveros, según informa la organización responsable, Oceanus.

Este proyecto iniciado en 2007, que también busca la protección de los manglares y cuenta con un financiamiento de 5 millones de dólares por parte del Banco Mundial, se centra en la restauración de la Acropora Palmata, una de las de mayor crecimiento entre las especies de coral, que puede crecer entre 0.

5 y 1.

5 cm al año.

Los biólogos que trabajan en el proyecto rescatan -tras un monitoreo y evaluación- los fragmentos de esta variedad, también conocida como Cuerno de Alce, que tengan al menos un 50 % de posibilidades de supervivencia.

“Los maximizamos el tejido, es decir, los hacemos en trocitos más pequeños (de 5 a 7 cm), los colocamos en los viveros y de ahí crece una nueva colonia, (.

.

.

) que es la que podemos tomar de los viveros y trasplantar a los sitios donde se necesite”, cuenta a los periodistas Gabriela Nava Martínez, cofundadora de Oceanus.

Cinco mil colonias han sido restauradas así en Veracruz (estado oriental de México), mientras que en Sian Ka’an el proyecto está comenzando.

En el fondo marino de Punta Allen (Quintana Roo, sureste de Méxic) se pueden encontrar estos viveros, rodeados de caracoles rosados -utilizados por los mayas a modo de bocinas y ahora apreciados por las perlas que pueden contener en su interior- o de bolones de coral, semejantes a grandes esponjas esféricas.

Estas estructuras de PVC (plástico inofensivo para el mar) con hileras de siete por diez tubos sostienen los fragmentos de coral durante su crecimiento o clonación en tres a cinco meses, al cabo de los cuales se procede a su trasplante en el arrecife, del que pasarán a formar parte en un proyecto a largo plazo.

“Nosotros iniciamos el proceso, pero la naturaleza, al final, tiene que terminar y hacer lo suyo”, explica Nava Martínez, quien anuncia que, si funciona y se consigue más de un 80 % de supervivencia, se colocarían más viveros para lograr una “producción masiva”.

EFE


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